Arrurú, hijita mía,
Querida mía,
¿Cuántas veces durante el día,
Ya te levanté?
Ya te levanté y llevé,
Te puse en la cuna.
Arrurú, hijita mía,
Querida mía,
Crece pronto,
Hijita mía,
Arrurú, hijita mía,
Querida mía.
En el blanco infinito,
nieve, nardo y salina,
perdió su fantasía.
El color blanco, anda,
sobre una muda alfombra
de plumas de paloma.
Sin ojos ni ademán,
inmóvil sufre un sueño.
Pero tiembla por dentro.
En el blanco infinito,
¡qué pura y larga herida
dejó su fantasía!
En el blanco infinito.
Nieve. Nardo. Salina.
(Federico García Lorca)
Es como si Pablo Laso se sintiera ya de gala a un año de la cita en casa. El blanco infinito inundó Belgrado como lo hacía antaño. De la temida guarnición del coronel Itoudis, ni rastro. Cariacontecido Nando, y flaqueando en la retaguardia el Chacho, le quedaba el consuelo de encomendarse a Higgins y Clyburn. Sin Vorontsevich para abrir el campo, el duelo no tardó en decantarse de inmaculado blanco por el buen hacer de Tavares y Ayón bajo el aro. Funcionó la intimidación del caboverdiano en el último cuarto. Junto a una nueva reivindicación de Trey Thompkins en el momento álgido. Añejo blanco. Rotación excelsa en que cada cual aportó de lo que él se espera. Monsieur Causeur, clarividencia por montera.
Unos susurran en secreto para continuar en el torneo. A otros, un dolor agudo de tripas les abandonó a las puertas del cielo. Y todo se resume "behind the rainbow". A lo que se reducirá la final de mañana en Belgrado. Al acierto desde más allá del arco. Ya nos lo decía Ritchie Blackmore. Agárralo ¡Agárralo con fuerza!
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